sábado, julio 26, 2003

Detesto verdaderamente cuando quiero estacionar mi anciano auto y un estúpido me exige dinero para “cuidarlo”, o para quitar su cubeta de la calle y que pueda estacionarte. Si no le das dinero te amenaza con que “no responde por el carro.”

Muchos me critican eso y me llaman intolerante. No soy pobre, pero tampoco estoy en estos momentos en una situación económica como para andar regalando cada peso al primer buey que se adueña de la calle, algo que es de todos. Al respecto, leyendo a María Luisa Puga en su novela Nueve Madrugadas y Media” me encontré con algo que siento expresa mejor ese sentimiento. Digo algo porque si bien el personaje, Hernández, lo dice de forma tan fácil porque es un burgues, sabemos y estamos sufriendo la realidad mexicana, donde el desempleo esta bien cabrón, pero tal parece que en vez de ayudarnos todos nos estamos mordiendo la mano:

Cita:
“ - Mira, yo veo feos a los tinajeros, a los ambulantes, a los vendedores semaforistas, a los valet-parking, a toda una población flotante que está en torno a mí es cuanto pongo un pie en la calle. Feos ellos y feo el sistema que los hace...y todos nosotros. La burguesía, digo. Preferiría verlos en un lugar, a los flotantes, no a la burguesía, en un lugar como este, detrás de sus vacas, en medio de sus milpas/
- Suponiendo que “sus” fuera posible.
- De economía no sé nada, pero a veces, cuando paso por esos puestos de fayuca y veo a hombres y mujeres sentados en sus banquitos, espantando las moscas de los casetes piratas, no siento que estén trabajando. Escogieron la salida cómoda de la pobreza. No hacen nada con las manos, con el cuerpo. Con la cabeza no sé qué puedan estar haciendo. A mí esos me parecen feos. A esos les ganó la flojera dentro de la pereza.
- Nos estamos acercando, Hernández, pero ¿si en lugar de estar ahí estuvieran robando?
- Es que también están robando. Sus hijos, sus hermanos, sus sobrinos, ahijados, yo qué sé. Como delincuentes o como autoridades.”